Montserrat Venegas
CREATIVE TERRITORIES & EXPERIENCES
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Serie de reportajes Patrimonio en Chile: Región de Coquimbo. Publicación en Revista física y digital "Ventana al patrimonio"; edición 2014.
La región de Coquimbo se caracteriza por sus atractivos naturales, en donde la Pachamama bendijo una tierra llena de fertilidad, ricos valles, abundancia y variedad de ora y fauna. Durante cientos de años esta tierra se reprodujo y alimentó del sol de los valles, el viento de las costas y el agua de sus ríos. Hoy en día, gracias a la mano del hombre y nuestra incesante necesidad de consumo estos patrimonios naturales comienzan a ser protagonistas de la escasez de recursos y el aumento de desechos, transformando riquezas nativas en basurales, poniendo en riesgo su existencia y la vida de diversas especies.
Un patrimonio natural característico de esta región es la presencia de diversos humedales, los cuales se encuentran a lo largo de la costa, siendo el vínculo del borde con el atravieso del rio. Más allá de su belleza estética, estos cumplen funciones primordiales en una cadena llamada corredor biológico, que traspasa fronteras lineales, esas que determinamos con mapas y banderas. Los humedales son aquellos sistemas que permanecen en condiciones de inundación, estabilizando micro-climas, filtrando y proporcionando agua, alimento y vida para variadas especies de ora y fauna, ofreciendo una gran diversidad biológica, la que en muchos casos constituye un hábitat crítico para especies seriamente amenazadas. Han sido desde siempre el sostén de la cultura de muchos pueblos indígenas y tradicionales, que viven de sus recursos y tienen arraigadas sus raíces junto a las de estos sistemas.
Dentro de estos bienes naturales existe uno que sobresale en la región, ubicado a cuatro kilómetros al norte de Los Vilos. Declarado Santuario de la Naturaleza el año 2000 y sitio Ramsar el 2004, por constituir un ecosistema clave en los equilibrios climáticos del mundo (CONAMA, Wetlands Internacional) el llamado Santuario de la Naturaleza Laguna Conchalí (Heces secas en mapudungún1 ) nos otorga con un maravilloso paisaje y el espectáculo aéreo que sus aves nos ofrecen según la temporada.
Este espejo de agua y su vegetación circundante abarcan una super cie de aproxima de 50 hectáreas, dentro de las cuales conviven más de 90 especies de aves acuáticas (Entre ellas la Diuca , la Loica, la Tenca , el Tordo, el Chercán y el Pica or gigante, entre otros), siendo un importante sitio de alimentación y descanso para gran número de especies migratorias, peces y reptiles. El paisaje marino que domina la laguna Conchalí está cubierto por pastos y arbustos que se conjugan con dunas costeras, pajonales, matorral estepárido costero y matorral costero arborescente.
Desafortunadamente, muchos de los otros humedales existentes en la región no corren la suerte de estar protegidos y pareciera no existir conciencia de su valor. Cada día vemos como con el crecimiento de la ciudad se pierde un borde que alfombrado de matorrales distanciaba la urbe de la costa, proporcionando un tiempo de recorrido que ofrecía pausa y observación. Las aves que un día descansaban sobre los pastizales, hoy se desconciertan sobre losas interminables de cemento, autos y estacionamientos.
A pesar de esto, aún existen grandes tramos posibles a resguardar, con la urgencia de hacerse cargo de intervenir de manera pasiva estos territorios, creando senderos, recorridos, observatorios y parques que permitan a los ciudadanos aprender y valorar la importancia que les corresponde, enriqueciéndose de su belleza peculiar con espacios de esparcimiento y sobretodo salvaguardando parte de un patrimonio frágil, que constituye identidad territorial, el cual está propenso a desaparecer.
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